Amantes bestiales
Al entregar el perdón se presenta el dominio del propio orgullo, por lo cual es un regalo de uno mismo a su persona, de alma honesta, que se hace feliz por necesidad propia; y por ende, también hace feliz a la persona receptora de la virtud.
Habemos otros sanguíneos que a sabiendas de los beneficios del perdón, seguimos nadando en estanque de rencores puesto que eso ofrece una vida intensa y fomenta las bajas pasiones. El orgullo y el perdón son amantes bestiales.
Luis Martínez Álvarez© 2006
Luis Martínez Álvarez© 2006
4 Comments:
Decimos perdón para que haya otra ocasuión... Es, en suma, un homocidio postergado. S.
Perdonas sólo cuando no finges perdonar. Entonces la mentira sería el número tres de los amantes. El orgullo siempre estará.
Pedir que nos perdonen, y digieran nuestras maldades, y digerir las de otros es una virtud casi inalcansable, pero que genera una paz insuperable.
Me ha encantado, amigo Egosum, un homicidio postergado. Esas ganas de matar que suben y bajan como la aguja del termómetro. Abrazos.
De nada ayuda fingir un perdón, ni a la propia persona ni a la agraviada, eso sí, la tercera, como bien dices, rompería en expresiones de gusto. Un placer, Carolina, saludos.
Creo que no todos reconocen el derecho al error, aún identificándolo, el orgullo mata toda suave intención. Abrazos Mimí.
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